sábado, 26 de agosto de 2017

Berat y Gjirokastër

Como me comentó un amigo albanés, dejaba la Albania natural y me pasaba a la Albania cultural. Berat y Gjirokastër son dos pueblos del interior al sur de Tirana que están declarados patrimonio de la Humanidad.
Ir de Tirana a Berat es muy sencillo, y basta con ir a la estación y coger uno de los muchos autobuses que pasan por allí. Una vez en Berat, lo mejor para ir al centro del pueblo es coger un autobús urbano en la propia estación de Berat que te deja en el centro.
Berat es una ciudad presiosa. A mí me encantó. Si tuviera que escoger una entre las dos sin duda eligiría Berat. No solo la parte antigua me parece mucho más bonita, sino que está más integrada con la parte moderna. Esta tiene un paseo peatonal a lo largo del río lleno de bares y cafés con mucha vida y con un gran ambiente.
Berat, la ciudad de los mil ojos. No me digáis qie no es chula
En Berat, además, me alojé en un pequeño hotelito (y lo de pequeño es verdad, solo tenía dos habitaciones), la Guesthouse Donend, muy bien situado y muy agradable. Además, tuve la suerte de que en la habitación de al lado estaba alojada una francesa muy maja con la que me fui a cenar y a tomar una cerveza.
Berat también tiene una ciudadela bien alta, pero bien alta, como también la tiene Gjirokastër. La verdad es que tanto tirar para arriba se me están poniendo unos gemelos y unos glúteos que para qué. Entiendo que las fortalezas había que hacerlas en alto, pero a veces te dan ganas de no subir cuando las ves desde abajo y el sol está cayendo a plomo. Pero finalmente las vistas siempre merecen la pena.

Calle en la ciudadela de Berat. Hay hasta bares para tomarse una cerveza después del esfuerzo...
De Berat fui a Gjirokastër, más al sur. Si la idea es pasar luego a Macedonia, como hice yo, igual es más fácil ir desde Tirana directamente a Gjirokastër, subir luego a Berat y cruzar después la frontera, pero yo lo hice de esta manera.
Para ir de Berat a Gjirokastër hay solo dos autobuses al día: uno a las ocho de la mañana y otro a la una y media, y se tarda unas cuatro horas. Como en Albania no se pueden reservar los buses, es conveniente ir un poco antes por si acaso, porque además son microbuses y enseguida se pueden llenar, como fue el caso. Lo bueno es que los albaneses son gente de recursos y rápidamente buscaron otro microbús par meter a la gente que se quedaba fuera.
Cuando llegas a Gjirokastër, el autobús te deja abajo, en la ciudad nueva, y entonces miras hacia arriba donde se supone que tienes tu hotel, a casi un par de kilómetros de distancia, y  le empiezas a coger un poco de manía a la ciudad. Además, cuando llegué, mi habitación la tenían ocupada, como ya me había pasado más veces en Albania, y, tras una pequeña discusión con la dueña del hotel, apareció el marido, más conciliador, y me ofreció una casa que alquilaba su madre muy cerca y que tenía vacía. Y así, pasé de tener una habitación a tener una casa a mi entera disposición. Bueno, realmente, a mi entera disposición no, porque por la noche descubrí que no iba a estar solo en la casa, sino que tenía un compañero de habitación, un pequeño artrópodo comúnmente llamado escorpión o alacrán. Sí, ya sé que los escorpiones de los Balcanes no son mortales (o eso encontré en Internet), pero os aseguro que no mola nada acostarte sabiendo que un escorpión anda rondando por ahí y que se puede pensar que tu macuto es un sitio estupendo para cobijarse o subirse a tu cama a ver si estás profundamente dormido mientras se pasea por encima de tu barriga. Afortunadamente no se me ocurrió pisarlo yendo al baño por la noche ni nada similar, y espero que si se metió en el macuto ya se haya muerto de hambre... o de otra cosa.


Mi compañero de habitación. Sí, es pequeño, pero hay veces que es mejor estar solo que mal acompañado
Salvando el pequeño percance con el escorpión, me reafirmo en que Berat me gusta más que Gjirokastër, aunque la fortaleza de esta creo que es más chula. En cualquier caso, es una ciudad que merece la pena visitar, aunque hay que tener cuidado con la compañía.
De Gjirokastër tenía lña posibilidad de ir hacia el sur, hacia Grecia (muy caro); al oeste, hacia la costa (no soy muy playero); o hacia el este, hacia Macedonia, que es la opción que escogí (y porque si realmente quiero llegar a Samarcanda, no me queda otra que ir hacia el este).
La ciudad que elegí como destino fue Ócride (u Ohrid), en la costa del lago de su nombre que hace frontera entre Albania y Macedonia. Pero ir de Gjorastër a Ócride no es tan sencillo. Primero hay que coger un microbús a las siete de la mañana hasta Korça (1.300 leks, casi seis horas). Es curioso que a mitad de camino te hacen cambiarte a otro microbús que viene de Korça y cada uno vuelve por donde ha venido. Después hay que coger otro hasta Pogradec (150 leks). Allí hay que ir en taxi hasta la fontera. Afortunadamente había dos chicas catalanas muy majas con las que compartí el taxi, y nos salió como a cuatro euros por persona. Se cruza la frontera andando y se camina un par de kilómetros hasta un monasterio, y desde allí se coge otro autobús hasta Ócride (dos euros; te dejan pagar en euros si no tienes dinares macedonios, como era mi caso). Y así entré en un nuevo país, Macedonia.

Vista de Gjirokastër. Sí,es chula también, pero no tanto


miércoles, 23 de agosto de 2017

De vuelta a Albania: Tirana

Ir de Kosovo a Albania es muy sencillo. Hay muchos autobuses que salen de Prizren (también de Pristina) a Tirana o a la costa albanesa. Como ya comenté en otra entrada, los kosovares se sienten albaneses y están convencidos de que en un futuro no muy lejano formarán parte del mismo país, y eso se nota también en la comunicaciones. Además, la costa albanesa para ellos es su lugar de vacaciones preferido (para el que se lo puede permitir).
El autobús a Tirana sale de la estación de autobuses de Prizren, o más bien de las "afueras" de la estación, porque no entra en el recinto, sino que para al lado de un kiosco que hya afuera.
Cruzamos la frontera casi sin enterarnos (de hecho, un mexicano que iba a mi lado me preguntó si realmente ya estábamos en Albania) y llegamos sin más novedades a Tirana.
Aunque leáis en Internet que en Albania en general y en Tirana en particular no hay estaciones de autobuses y que nunca sabes dónde van a parar, eso no es así. Es verdad que paran donde les da la gana (a veces incluso a 100 metros de la estación, lo que me permitió coger el autobús de Tirana a Berat), pero sí que hay estaciones y puedes coger los autobuses perfetamente allí, y Tirana no es una excepción.
Para ir al centro desde la estación de autobuses no hay más que salir fuera y coger uno de los autobuses urbanos que te llevan al centro (Quendar), muy cerquita de la avenida George W. Bush. Sí, el mismo, nos habéis leído mal.

La avenida George W. Bush en el mismísimo centro de Tirana. No me preguntéis por qué, que yo tampoco lo entiendo


Cuando llegué a mi hotel tuve la misma sorpresa que en Theth y que tendría después en Gjorokastër: mi habitación estaba ocupada. Si en Theth la solución pasó por recuperar mi habitación,pero endosarme al suizo y al sueco (buenos chavales), aquí pasó por poner una cama en su oficina y dormir allí. Eso sí, por lo menos me hicieron una rebaja.
Para el que no haya estado en Tirana, pues bueno, no se lo recomiendo. A mí no me pareció una ciudad nada interesante. Es verdad que cada vez me estoy aldeanizando más y prefiero las ciudades pequeñas o los pueblos, pero es que realmente me parece que Tirana tiene poco que ofrecer. Pero bueno, es una apreciación personal.

Plaza Skanderberg de Tirana. Muy a lo grande, como muchas plazas de países excomunistas




Deambulé un poco por el centro de Tirana y al día siguiente me fui para Berat. Para ir a la estación (que sí, que de verdad existe) hay que coger un autobús al lado del International Hotel Tirana y decirle al conductor que vas a la estación o a Dogana. Hay que contar también con la amabilidad de los albaneses. En un momento de duda hizo un amago de ponerme en pie y en seguida se acercó el cobrador para decirme que aún no, que ya me avisaría. Y el hombre que estaba sentado a mi lado resultó que hablaba inglés y que también iba a la estación a recoger a su padre, por lo que me apadrinó, me llevó a la estación y paró al autobús que ya salía conb dirección a Berat para que em subiera.

miércoles, 16 de agosto de 2017

Por las ciudades de Kosovo

Después de mis travesías montañeras por Montenegro y Albania, decidí tomarme Kosovo desde una perspectiva más urbanita. Tracé una ruta que me llevaría a Peje, Pristina, Mitrovice y Prizren, para después volver a Albania.
Lo primero que tengo que decir es que viajar en autobús por Kosovo es sumamente sencillo. Hay autobuses que unen las principales ciudades cada muy poco tiempo, funcionan puntualmente y cuestan poco dinero. De Peje a Mitrovice hay 10 autobuses diarios, y a Pristina salen cada 20 minutos, y de Peistina a Mitrovice o a Prizren cada 15-20 minutos, con lo que se puede ir a la estación y coger el primero que salga, nunca te va a tocar esperar mucho.
El autobús que cogí en Valbona me dejó directamente en Gjakova, ya en Kosovo, junto con una pareja de galeses, que éramos los únicos ocupantes del bus (más el conductor, claro). La ciudad nola pude más qeue intuir al paso del autobús, pero la verdad es que me pareció que tenía un casco viejo bastante interesante.
En Gjakova ya empecé a apreciar la frecuencia de los autobuses kosovares, y no mee dio tiempo ni a tomarme un café con los galeses, porque el autobús a Peje salía cinco minutos después de mi llegada.
Peje es una ciudad muy agradable, con un casco antiguo en parte peatonal y que a veces parece un bazar turco. Además, en las afueras de la ciudad está el Patriarcado serbio ortodoxo, patrimonio de la Unesco, que merece una visita. Eso sí, no se os olvide ir documentados (vale el DNI), porque hay un par de policiías en la puerta que se quedan con tu identificación hasta que sales. Supongo que es para evitar conflictos étnico-religiosos. Dentro unas amables monjas te preguntan de dónde eres y te ofrecen una audioguía en inglés, cosa que es de agradecer.
Un buen sitio para dormir en Peje es el Sarac Hostel, muy recomendable, aunque un poco alejado de la estación de autobuses.

Patriarcado serbio ortodxo de Peje. En él están enterrados los primeros patriarca

 Mi idea era ir desde Peje a dormir a Mitrovice, pero no pude encontrar por Internet ningún alojamiento a precio razonable, y, viendo que de Pristina a Mitrovice se tarda solo una hora, decidí dormir un par de noches en Pristina y hacer una excursión de un día a Mitrovice.
Pristina, la capital, me decepcionó un poco. Tiene una calle peatonal, la calle madre Teresa (está por todos lados aquí también) y poco más, salvando, claro está, la estatua de Bill Clinton. No es broma, tienen una estatua de Clinton con una bandera americana que es bastante graciosa. Lamentablemente no pude fotografiarla y no os la puedo poner aquí, pero buscadla porque tiene su aquel. El caso es que Clinton era presidente de Estados Unidos cuando la guerra de Kosovo contra Yugoslavia y apoyó sin ambages a los kosovares, de ahí la estatua.

Este no es Clinton, es Ibrahim Rugova, presidene de facto de Kosovo antes de la declaración de independencia
Lo bueno de Pristina fue que en el hotel conocí a un par de chavales alemanes muy majos que no tenían muy claro dónde ir al día siguiente y decidieron venirse conmigo.
Por la mañana nos fuimos a la estación y cogimos el autobús para Mitrovice. Esta ciudad lo que tiene de interesante es que está dividida en dos. Es de los pocos sitios en Kosovo donde todavía hay una importante minoría serbia, pero no se juntan con los albanokosovares. Hay un puente sobre el río que separa las dos partes de la ciudad que etá cerrado para los vehículos y que muy poca gente cruza. Cuando estás en el otro lado sí te sientes realmente que estás en Serbia. Solo ves banderas serbias, y las albanesas e incluso las kosovares han desaparecido, y todo está escrito en lengua serbia y en cirílico. Eso sí, da sensación de mayor pobreza que en el otro lado. Una cosa que nos sorprendió es que la mayoría de los coches tienen matrícula serbia, no kosovar, y muchos van sin matrícula. Mi hipótesis es que prefieren ir sin matrícula a llevar matrícula kosovar, pero es eso, solo una hipótesis. Le preguntamos al dueño del hotel en Pristina sobre ello y no nos lo aclaró, simplemente nos dio un discurso sobre la gran Albania y sobre los ilirios otra vez. El día acabó con exaltaciones a la amistad germano-navarra entre cervezas en nuestro hotel.

Banderas serbia y rusa en Mitrovice
Mural con las mismas banderas. No sé lo que dice, pero hace referencia a Rusia, y no creo que sea muy pro la independencia de Kosovo...
A la mañana siguiente nos dirigimos los tres a la estación de autobuses. Los alemanes para hacer dedo en dirección a Montenegro y yo para coger un bus a Prizren.
De todas las ciudades en las que he estado en Kosovo, sin duda esta es la más bonita. Bien merece un buen paseo por sus calles, la visita a la mezquita de Sinan Pashá y la subida al castillo, desde donde hay unas vistas magnificas de la ciudad y alrededores. Además, cuando llegué se celebraba un festival internacional (16.ª edición, creo) de documentales. Tenían varios espacios habilitados para ver las películas, incluidas las ruinas del castillo, y cada entrada costaba dos euros. Las entradas había que sacarlas en un stand del festival en la plaza, y yo, con mi despiste habitual, me presenté en uno de los cines con la intención de sacar la entrada para ver un documental sobre Reagan y dos cortos. Le pregunté a una mujer que había por allí con una acreditación y me dijo que allí no se vendían, pero que esperara un momento. Se puso a hablar con la chica que estaba en la puerta de la sala y le oí cómo le decía en inglés: "Pero ¿le puedo dar mi entrada a este chico?" Como la respuesta fue afirmativa, me la regaló, lo que yo le agradecí sinceramente, y después de uno de los cortos anunciaron la presencia de la directora estadounidense para hablar de la película. Pues sí, efectivamente, era la misma mujer que me había regalado la entrada.
El único problema del festival es que los precios de los alojamientos eran mayores de lo habitual, pero hay que reconocer que había un ambiente increíble y, además del festival de documetales, había también conciertos y otras actividades. Total, que fue un buen colofón a mi estancia en Kosovo. Al día siguiente por la mañana cogí un autobús para Tirana y me volví para Albania.

Vista de Prizren. En primer plano, la mezquita de Sinan Pashá. Arriba, a la izquierda, el castillo



lunes, 14 de agosto de 2017

Kosovo: visado, moneda y otras curiosidades

Pues sigo sin necesitar visado, aunque esta vez es la primera en el viaje que me sellan el pasaporte, aunque yo creo que más que nada es paripé, porque a la salida no lo han hecho, y he hablado con otra gente a la que no se lo sellaron. Si luego vas a Serbia y te han sellado el pasaporte, es aconsejable que entres con el DNI (se puede), porque, si ven el sello, te pueden poner problemas para entrar.
En cuanto a la moneda, volvemos al euro, como en Montenegro, y sí, las cosas en euros aún pueden ser más baratas que en Montenegro.

Sello de entrada en Kosovo. Según ellos, yo debería seguir en Kosovo (ya no lo etsoy), porque nunca me sellaron la salida...

Po otro lado, es curioso estar en un país que funciona completamente como un país, que tiene sus embajadas, su policía y demás, que para la mayoría de la gente que te encuentras es un país y pueden ir a su embajada, pero que para ti, oficialmente... no es un país. De los 28 Estados de la Unión, 23 han reconocido Kosovo como país independiente, y solo cinco (Rumanía, Eslovaquia, Gracia, Chipre y... España) no lo han hecho. Ahora, todos los kosovares con los que he hablado del tema tienen claro que dentro de unos años, y no muchos, se unirán con Albania, porque se sienten ante todo albaneses, y por todo el país se puede ver la bandera de Albania.

Plaza de Peje (Kosovo). Las banderas son la de Kosovo y la de Albania. Ya sé que no se ven muy bien, pero no tengo la culpa de que no hubera viento
Pero lo más sangrante me parece las recomendaciones de viaje del Ministerio de Exteriores sobre Kosovo, que, por supuesto, hay que buscar en Serbia. En "Seguridad", dice: "Se debe evitar la provincia de Kosovo, debido al riesgo de incidentes así como de explosiones de minas y artefactos explosivos". Pues bueno, yo he estado unos días por allí, he estado con gente de varias nacionalidades, he visto un festival internacional de documentales en Prizren... y desde luego lo que no he visto, ni nadie con quien haya hablado, es el más mínimo peligro. Al contrario, la gente es encantadora (como en Albania, por cierto) y amabilísima. Flaco favor le hacen a la economía kosovar con exageraciones como esa. Yo, desde luego, en las cuatro ciudades que he visitado, no he tenido el más mínimo problema, y, si vuelvo por esta zona, volveré, sin duda, a Kosovo.
La declaración de independencia de Kosovo se produjo el 17 de febrero de 2008. Antes de eso se produjo una guerra entre 1996-1999 que causó la muerte de miles de kosovares en un principio y el desplazamiento de miles de serbios tras la victoria de las fuerzas de la OTAN sobre el ejército yugoslavo. Los principales combatientes kosovares formaban parte del UÇK, al que las autoridades yugoslavas calificaban de organización terrorista. Evidentemente, los serbios (y los rusos, sus principales aliados) nunca han reconocido la independencia de Kosovo, y para ellos sigue siendo una provincia más de su país, aunque no tienen ningún control sobre ella. Además, histórica y religiosamente Kosovo tiene mucha importancia para los serbios, puesto que en 1346 la iglesia ortodoxa serbia alacanzó la categoría de patriarcado en 1346 con sede en Peć (Peje en albanés, donde las banderas sin viento) y en 1389 sufrieron una derrota contra loss otomanos cerca de Pristina en lo que se conoce como batalla de Kosovo. Esta batalla se tiene como un símbolo de la independencia de los serbios.

Sede del UÇK en Peje. Se ha acusado al UÇK de crímenes de guerra

Por los valles de Valbona y Theth

La tarde anterior a la partida conocí a una china que no estaba en mi albergue, pero que apareció por allí no sé muy bien por qué, y decidimos hacer la ruta de Valbona a Theth juntos para no andar solos por las montañas, por lo que pudiera pasar. Nos recomendaron salir pronto porque iba a hacer calor, así que quedamos a las 7.30 y nos sumamos a una pareja de españoles que estaban desayunando y allá que nos fuimos los cuatro... y nos perdimos casi nada más salir. En nuestro descargo cabe decir que no fuimos los únicos y a todos nos pasó en el mismo punto, por lo que, si vais a hacer la ruta (cosa que aconsejo a todo el que caiga por Albania), tened cuidado y estad atentos al principio proque realmente es el único sitio donde puedes perderte, en el río.
Gracias a ese despiste y a fardar de maps.me (me podía haber quedado callado), me tocó tirar monte para arriba en una ladera bastante pina y sin sendero, encontrar el camino, retroceder unos dos kilómetros pegando gritos hasta que mis compañeros de despiste me oyeron, reintegrarlos al camino, y volver a hcer esos dos kilómetros más el resto del trayecto. Total, que la broma me costó unos cinco kilómetros de más (lo que no tiene ninguna gracia cuando tienes que hacer unos 16 km por el monte). Eso sí, el paisaje es espectacular.
En el camino hay un par de cafés, uno un poco antes de la cima y otro un poco después, que vienen muy bien para descansar, rellenar las botellas de agua, tomar algo fresco o incluso comer algo. En ellos y a lo largo de la ruta nos cruzamos varias veces con un par de chavales, un suizo y un sueco, con los que acabaríamos compartiendo cena, cervezas, y yo incluso habitación.

De camino a la cima. De allá al fondo veníamos
Cuando llegamos al paso, después de unas cuatro horas de subida (por culpa del despiste, lo normal son 3-3,5), respiramos mñas tranquilos y alucinamos con las vistas que hay de los dos valles simultáneamente. Entonces se te olvida todo lo que has pasado para llegar allí, aunque aún nos quedaba la bajada, que no era moco de pavo (de hecho, de Valbona hasta el punto más alto hay un desnivel de unos 800 metros, mientras que desde ese punto a Theth hay unos 1.000 metros). Además, nos esperaba una sorpresa al llegar a Theth. 

Vista del Valle de Theth desde el paso. Al fondo, entre los árboles, se intuye el pueblo
Cuando ya pensábamos que estaba todo hecho (ahí nos despedimos de Wong,nuestra compañera china) y estábamos soñando con una cerveza bien fresca, nos enteramos que nuestros alojamientos (que ya es coincidencia, el del suizo y el sueco era el mismo que el mío y el de la pareja de españoles, la casa de al lado), estaban 2,5 kilómetros... ladera arriba por el otro lado del valle. Os prometo que no nos hizo mucha ilusión la noticia. Y aún no habían acabado las sorpresas, porque al llegar me dijeron que no tenía habitación. Después de un momento de duda me dijeron que sí, pero cinco minutos después llegaron el suizo y el sueco y les dijeron que no. Como uno ya tiene su edad y, si se lo puede permitir, se coge habitación individual, es lo que ahbía hecho aquí, pero mi habitación tenía dos camas, una de matrimonio y otra individual. Solución: el suizo y el sueco durmieron en la cama de matrimonio y yo en la individual. A pesar de todo eso, el alojamiento, Bujtina Tethorja, era estupendo, y la cena de las mejores y más abundantes que he tomado. Además, la gente era encanatadora, incluidos unos clientes albaneses que vivían en Italia y que me contaron la historia de Albania desde sus orígenes ilirios, de los que están muy orgullosos. 
Como todos nos habíamos deshidratado bastante en la subida teníamos ganas de meter algo de líquido en el cuerpo, y es lo que hicimos en cantidades considerables (tampoco excesivas) en forma de cerveza y rakija (especie de orujo albanés, a diferencia del raki turco, que es una especie de anís).
No sé cómo dormirían mis compañeros de habitación, pero yo, entre el cansancio y la cerveza, dormí como un lirón.
Al día siguiente se fueron casi todos a Shkodër temprano por la mañana, y yo me dediqué a pasear por el valle, bañarme en el río y tomarme alguna cerveza, todo bastante relajado.

Pueblecito de Theth
A la mañana siguiente hicimos otro grupeto, como en el ciclismo, para subir: dos neozelandesas, dos franceses, un finlandés y yo. Esta vez, sin demasiados sobresaltos, aunque con la lengua fuera también llegamos a Valbona. Me separé de mis compañeros de sufrimiento y allá en Valbona me junté con un grupo de cuatro murcianas esncantadoras con las que me eché un par de cervezas y que al día siguiente se iban par Theth. En cierto modo me daban un poco de envidia, porque Theth me gustó mucho, pero se me pasó en seguida en cuanto me acordé de la caminaa que les esperaba.
Hice noche en Valbona y, a la mañana siguiente temprano, a las 7.00 de la mañana, cogí el minibús que me llevó a Kosovo.
Valbona, siete de la mañana. Esperando el minibús para Kosovo

lunes, 7 de agosto de 2017

Valbona y Theth: cómo llegar y salir

Para llegar a estos valles hay que tener claro desde un principio cuál es el recorrido que se tiene en mente y lo que se quiere ver después. Yo tenía muy claro que mi destino posterior era Kosovo y que quería llegar a ellos por el lago Koman, por lo que decidí hacer la ruta entre los dos valles (18 km aproximadamente)  dos veces: de Valbona a Theth y de Theth a Valbona, y ahora os cuento por qué.
Para llegar a Valbona en el ferry desde Shköder solo hay una manera: un minibús o un taxi que puedes contactar en el albergue que estés alojado te recoge a las seis de la mañana y, después de un par de horas de viaje por una carretera muy bonita, pero no muy bien asfaltada, te deja en el punto desde donde sale el ferry. El trayecto cuesta 700 leks o cinco euros. A las nueve de la mañana salen dos pequeños ferries, el Rozafa y el Berisha (el Berisha es algo más rápido. Salió más tarde y llegó antes. Y sí, yo iba en el Rozafa), que te llevan por el lago Koman (en realidad es el cañón de un río) durante tres horas (cinco euros más), y después tienes que coger un minibús que te lleva al pueblo de Valbona, lugar de inicio del trekking hasta Theth (otros cinco euros y hora y media más). No hay problemas, porque están esperando la llegada de los ferries, incluso del lento Rozafa.

El Berisha y el Rozafa preparándose para zarpar
En Valbona hay que hacer una noche (yo no haría más, para pasar más tiempo me parece más interesante Theth), y al día siguiente bien temprano se incia la excursión. Hay que calcular 6-7 horas si no te pierdes, que, por supuesto, es lo que me ocurrió amí. Aforunadamente iba con más gente. Desde Valbona el desnivel es de 800 metros, y desde el punto más alto del paso hasta Theth hay un desnivel de 1.000 metros y en menos distancia, por lo que el recorrido de Theth a Valbona es algo más duro.
Para salir del valle de Theth solo hay dos opciones: o vuelves andando por donde has venido (que es lo que hice yo) o vas con un minibús 2-3 horas por un camino de cabras hasta Shkodër (que es lo que hace la mayoría de la gente. Creo ques este trayecto son 10 euros). También hay gente que hace el camino al revés (Shkodër-Theth-trekking hasta Valbona-Shkodër). o la variante Shkodër-Theth-Valbona-Kosovo o Tirana, pero entonces se pierden el paseo en ferry, que es espectacular.

Lago Koman (no sé por qué se empeñan en llamarlo lago). Por ahí al fondo pasríamos unos minutos después

Pasé un dia entero en Theth de medio relax paseando un poco y bañándome en el río, pensando en la paliza que me esperaba al día siguinte. Escogí volver a Valbona andando porque desde allí mismo sale un minibús que por cinco euros (os lo estabais imaginando, ¿verdad?) te deja en Gjakova, en Kosovo. Sale alrededor de las siete de la mañana y a eso de las nueve estás en Gjakova. Si quieres ir a Tirana puedes coger el mismo autobús en Valbona, bajarte en Bajram Curri (donde está el cajero) y allí subirte en otro hasta Tirana. Desde Theth salen varios minibuses al día que te dejan en Shkodër en 2-3 horas.

Disfrutando de una cerveza. Abajo, el río Thethi




Shkodër

Shkodër fue la primera parada de mi periplo albanés. Llegué en autobús, sobre las cuatro de la tarde, y con un calor de morirse. Todo el mundo me está comentando que este verano es uno de los más calurosos que se recuerdan.
Shkodër se encuentra situada en el lado albanés del lago Skadar, que, evidentemente, aquí se llama Shkodër. Es una ciudad de unos 130.000 habitantes, y su primer efecto sobre mí fue romper todos mis estereotipos e ideas preconcebidas de Albania. Es una ciudad limpia, con un centro peatonal, donde mucha gente se desplaza en bicicleta, con muchos cafés y bares con terrazas... y vacía en verano a las cuatro de la tarde.


Calle peatonal de Shkodër. Es la hora de la siesta y solo hay un despistado además de mí
Una cosa que aprendí en esta ciudad es que, en Albania, el italiano puede a veces ser más útil que el inglés. Debido a la cercanía de Italia, este país ha sido un habitual receptor de inmigración albanesa durante mucho tiempo, por lo que muchas familias tienen o han tenido a algunos de sus miembros en Italia y han usado el italiano con más asiduidad que el inglés.
Otra cosa sorprendente de la ciudad es que los perros callejeros están marcados y llevan una chapa de plástico en la oreja similar a la que a veces se ve en las vacas.
También aprendí en ella que comer en Albania iba a ser muy gratificante y por muy poco dinero. Eso sí, muchas veces no sé ni lo que pido, me intento aclarar con el camarero y, si no llegamos a entendernos, doy por bueno lo que me traiga. Ventaja de comer de todo y de que la comida sea barata.
Además del centro peatonal de la ciudad, con casas de estilo italiano, una de las visitas obligadas es el castillo Rozafa, de origen veneciano, a unos dos kilómetros de la ciudad, desde el que se tienen unas vistas espectaculares de la ciudad y los alrededores.

Vista desde el castillo de Rozafa
Si vais en verano y andando, os aconsejo ir pronto porque la subida es bastante empinada, sobre todo en su tramo final, y el calor, bastante asfixiante. La entrada cuesta 200 leks, alrededor de 1,5 euros.
Después de un par de días (relativamente) tranquilos, y después de sopesar cómo llegar y cómo distribuir la visita a los dos valles, me dirigí a uno de los grandes alicientes de este país: los valles de Valbona y Theth.

Parte de las ruinas del castillo (si no pongo unas piedras, no me quedo a gusto)

Albania: visado, moneda y otras curiosidades

El visado... pues más de lo mismo, para estancias inferiores a tres meses, no hace falta visado, basta con el pasaporte con validez mínima de seis meses. De hecho, ni siquiera te lo sellan. El trámite de la frontera de Montenegro con Albania fue el mismo que el de Croacia con Montenegro, ni siquiera nos bajamos del autobús.
La moneda oficial es el lek, que equivale a unos 132 o 133 euros. En cualquier caso, por lo menos en el norte (que es la única parte que conozco cuando estoy escribiendo esto, aunque luego viajaré hacia el sur) admiten euros en todos lados. Redondean a su aire, y algunas veces sale mejor pagar en euros y otras en leks, aunque la diferencia no suele ser mucha. Como en algunos bancos te cobran comisión (no en todos, pero en el único que hay en el camino a Valbona, en Bajram Curri, te cobran 700 leks), si no tenéis moneda albanesa cuando lleguéis allí, podréis pagar en euros y os saldrá mejor, porque os hacen un buen cambio.
El idioma es el albanés, que es una lengua indoeuropea que taambién se habla en Kosovo mayoritariamente, y en algunas zonas de Macedonia, Grecia e incluso Italia. Hay quien sugiere que deriva del antiguo ilirio, aunque últimamente ha surgido una teoría que lo haría derivar del dacio, aunque probablemente el ilirio y el dacio estarían emparentados. No me voy a meter en más follones, porque como me lea Toni, gran lingüista y mejor amigo, me puede cantar las cuarenta.
El nombre de Albania en albanés es Shqipëri/Shqipëria. Nada que ver.
Contrariamente a lo que se piensa (o a lo que pensaba yo, que no todo el mundo tiene que estar igual de equivocado), aunque la mayotía de la población de Albania es musulmana, hay un gran porcentaje de población cristiana (católica y ortodoxa), alrededor del 30%, aunque desde 1967 a 1991 fue un estado oficialmente ateo.

Iglesia católica en el valle de Theth
 Como buen navarro que soy, voy a meter aquí una cuña de historia desconocida por mucha gente incluso en mi tierra. Reinando en Navarra Carlos II de Evreux (el de Ujué), su hermano Luis estaba casado con la duquesa de Durazzo (actual Durres, en Albania), pero sin control sobre esa ciudad. Sin nada mejor que hacer, no se le ocurrió al tal Luis otra cosa que intentar conquistar Albania alegando los derechos que tenía su mujer. Para eso, su hermano Carlos le cedió la Compañía Blanca (o  Navarra), y allá que se fueron unos cuantos navarros a repartir mandoblazos por tierras albanesas, y consiguieron conquistar Durazzo en 1376. Pero hete ahí que Luis fue y se les murió ese mismo año, y a su viuda le dio por volver a casarse, por lo que los navarros se quedaron compuestos, sin novia y sin saber qué hacer. Ya que estaban bastante lejos de casa y no era cuestión de volver tan pronto, se enrolaron como mercenarios y aún estuvieron luchando contra los catalanes (curiosa la historia) y conquitando ciudades de la importancia de Tebas y Lebadia, aunque no pudieron con Atenas. En vista de lo cual, se dirigieron al sur, al Peloponeso, y se hicieron con el Ducado de Acaya, aunque, según palabras del historiador catalán Rubió, «sin acordarse nunca de su propia patria en sus conquistas, siquiera fuera para añadir á su corona un vano, pero ostentoso título de soberanía... El nombre de Navarino, si es que á ella se debe, es el único recuerdo, bastante glorioso por sí sólo, que ha dejado en Grecia...».
Hay una película de 1983 de Alfonso Ungría sobre este episodio. La vi hace muuuucho tiempo, por lo que no os puedo decir si era buena o no, no me acuerdo, simplemente constatar que existe.

No tiene nada que ver, pero de este suculento y colesterolérico plato que me zampé, lo primero parece chistorra. Sí, y lo de dtrás es una cerveza

miércoles, 2 de agosto de 2017

Virpazar y Godinje

Llegué a Virpazar y, ¡cómo no!, resulta que la estación de tren está en mitad de la nada y a unos 15-20 minutos del pueblo. Y, por supuesto, llegué alrededor de la una del mediodía y con un sol de justicia. Gracias a maps.me encontré un atajo que, tras cruzar la vía del ten a la brava, me llevaba por una senda al centro del pueblo. Centro del pueblo que, en realidad, es todo el pueblo. Cuando pregunté a Djuro si los trenes que iban de Kolasin a Bar paraban en Virpazar, me contestó con un rotundo: "¡Claro! Todos los trenes paran en Virpazar, ¡cómo no!", con lo que yo me había hecho a la idea de una, si no grande, sí al menos mediana ciudad con su estación de tren y todo. Pues bien, según la Wikipedia, Virpazar tiene 337 habitantes. De ellos, a ojo de buen cubero, 336 al menos se deben dedicar al turismo. Y dejo uno sin contar porque siempre suele haber una excepción, el "raro".

La mitad del pueblo de Virpazar
Pero ahí no había acabado mi viaje. En realidad no había reservado alojamiento en Virpazar, sino en Godinje, que está a unos cuatro kilómetros: dos cuesta arriba y dos cuesta abajo. Me habían dicho que un taxi desde Virpazar a Godinje costaba unos cuatro euros, dispendio que estaba dispuesto a asumir, pero lo que no me habían dicho es que en Virpazar solo hay dos taxis, y que puede que uno estuviera en Pogdorica y otro en Bar, como así sucedió. Por lo tanto, a las tres de la tarde (había hecho una paradita para hidratarme con una cerveza) me puse a hacer dedo en una carretera por la que no pasaba ni el Tato.
Al final sí pasó el Tato en forma de matrimonio alemán que se apiadó de mí... pero que iba a Bar, por lo que nuestros caminos solo coincidían en un kilómetro antes de que el mío se desviara. Eso sí, un kilómetro cuesta arriba a pleno sol que les agradeceré eternamente que me ahorraran.
Pero ya nadie más me paró y me tuve que chupar los otros tres kilómetros andando, con el macuto y con un solazo cuyo calificativo me ahorro por si me lee algún menor. Cuando llegué al alojamiento me ofrecieron un orujo casero de uva que hacen allí (es tierra de viñas), y debe ser la primera vez en mi vida que rechacé semejante oferta y les pedí por favor un buen vaso de agua fresca.


Viñas en Godinje. El segundo día sí probé el orujo
El resto del día lo pasé descansando y visitando un pueblo muy bonito, pero semiabandonado (Lekovici), que estaba colina arriba y desde donde había unas vistas del lago Skadar increíbles. La cena la preparó la señora de la casa donde dormía. Había verduras de un pequeño huerto que tenían, patatas con champiñoñes, carne y pescado del lago. Cené con una pareja de belgas que se alojaban allí también y, a tenor de la cantidad que nos puso la señora, yo creo que se había equivocado y pensó que íbanmos a cenar diez. Era una auténtica exageración, y estaba buenísima.

Lekovici visto desde la carretera hacia Godinje
 Al día siguiente los belgas me bajaron al pueblo en coche y yo me fui a hacer un poco el turista y di un paseo en barco por el lago. Me lo habían recomendado los belgas, pero, francamente, me decepcionó un poco. Eso sí, lo mejor fue el baño que nos dimos en mitad del lago, aunque el agua estaba un poco caliente.
Cuando volví a Virpazar me comí un bocata en la plaza y, cuando había decidido darme un paseo hasta Godinje ya sin el macuto, me encontré a Dolly (la holandesa del autobús de Tara Bridge a Kolasin) haciendo dedo en el mismo sitio en el que había estado yo el día anterior. Eso sí, en cinco minutos nos cogieron y nos llevaron hasta la misma puerta de la casa de Godinje. Hay días que se tiene más suerte que otros.
Quedamos a las siete para subir al otro pueblo y tomarnos una cerveza con las vistas al lago en un bar con terraza que había. Cuando ya nos volvíamos, me saludó un chico que me había visto el día anterior y se puso a hablar conmigo, y no sé cómo ni por qué me dijo que era de Banja Luka (Bosnia, en la parte serbia) y me empezó a enseñar fotos de cuando estaba en las fuerzas especiales en el frente de Banja Luka en la guerra de Bosnia. No le quise preguntar en qué bando, pero sí le saqué que seguía viviendo en Banja Luka y que tenía familia en Montenegro, donde hay una alto porcentaje de serbios, con lo cual...
Con un poco de mal rollo, bajamos a nuesta casa a disfrutar de otra cena, esta vez, además de Dolly y yo, con una pareja de ingleses, que quedaron en bajarme al pueblo al día siguiente a las 8,30 de la mañana para que pudiera coger el tren... a las 11,03.
A la mañana siguiente bajé con los ingleses y anduve haciendo tiempo hasta la hora del tren, y aún podía haber hecho más, porque llegó con una hora de retraso. Para llegar a Shköder, en el otro lado del lago, pero ya en Albania, debía ir en tren a Pogdorica (no sé lo que vale, porque no pasó el revisor) y allí coger un autobús a Shköder (11 euros) a la una, que también salió con una hora de retraso. Eso me dio tiempo a entablar conversación con una pareja de bosnios, una canadiense y una familia de chinos, ya que estábamos todos sin nada que hacer esperando al bus. Cuando por fin llegó, arrancamos para abandonar Montenegro y dirigirnos al próximo país de mi ruta hacia Samarcanda, Albania

Vista del lago Skadar. Lo verde son nenúfares, es también parte del lago, y el barquito que se ve es como el que me llevó de paseo

martes, 1 de agosto de 2017

Kolaṡin

De Zabljak empecé mi camino hacia el sur y hacia Albaniacon una primera parada en Kolaṡin. La distancia no es excesiva, pero la manera de llegar no estan fácil. Primero hay que coger un autobús a las 11 de la mañana en Zabljak hasta Tara Bridge, que, como su nombre indica, es un puente sobre el cañón del Tara, y esperar allí a que llegue otro con destino a Kolaṡin. La ventaja principal es que hay una vista preciosa desde el puente. La desventaja, que en realidad en Tara Bridge solo hay un par de tenderetes y un bar, y las indicaciones que te dan de que el autobús llegara a las 13 (otra persona me dijo a las 12,30) y que hay que esperar en mitad de la nada a pleno sol y esperar que paren no invitan mucho al optimismo.
Como en estos casos casi nunca se está solo, en Tara Bridge se bajó también una chica holandesa con la que compartí café y conversación y, si las cosas venían mal dadas, compartiríamos espera haciendo dedo. Pero al final resultó que las informaciones eran correctas y apareció un autobús pequeñico que nos paró y nos llevó a Kolaṡin. Allí, comimos estupendamente en un restaurante junto a la estación de autobuses y luego nos separamos, porque ella se iba a un pueblo un poco más lejano, aunque comprobamos que coincidiríamos dos días después en la misma casa de huéspedes en Godinje, en el lago Skadar.

Vista del río Tara desde el puente

Mi alojamiento en Kolaṡin estaba un poco apartado del pueblo (y cuando te pones a andar a las cuatro de la tarde con una temperatura que ya no era la de Durmitor, sino que había subido unos cuantos grados, eso puede suponer un pequeño problema), pero superó todas mis expectativas. Tenía un apartamento entero para mí, con una cama en la que me podía perder, cocina, salón y baño, y todo completamente nuevo y por 17 euros la noche, lo que en un principio me había parecido caro (mi presupuesto para dormir suele ser menor), pero, visto lo visto, fue una gran inversión. Además, Djuro, mi casero, es un chaval supermajo que habla perfectamente inglés y que me aconsejó fenomenal, entre otras cosas, sobre un pequeño detalle que yo desconocía, y es que Kolaṡin tiene estación de tren y mi próximo destino también, por lo que podía ir allí en mi medio favorito de transporte (junto con los barcos).
Kolaṡin  es un pueblo pequeño, pero muy agradable, con un par de calles peatonales y que se congratula de ser el pueblo que más bares por habitante tenía en la antigua Yugoslavia (ignoro si sigue siéndolo en Montenegro, pero no veo por qué no).

Vista de Kolaṡindesde la estación del tren.

La idea de ir a Kolaṡin era por acercarme al parque natural de Biogradska Gora, pero resultó que era un poco más complicado de lo que parecía. Creo que para ello es mejor dormir en Mojkovac. Desde Kolaṡin hay que coger un autobús que, si va lleno no te para, y te deja como a cuatro o cinco kilómetros de la entrada del parque, y a la vuelta lo mismo o ir a dedo, que es verdad que es una manera fácil de viajar por Montenegro porque la gente suele parar bastante. En cualquier caso, decidí hacer una ruta circular desde Kolaṡin que tenían anunciada en la plaza del pueblo y que era de 10 km, pero que, con mis consabidos despistes, se convirtieron en 13. La ruta la verdad es que fue muy bonita, entre almendros y pinos, y tenía el aliciente de que pasaba por las ruinas (bastante ruinosas, por cierto) de Tvrdava Barutana, que era un antiguo molino-torreón que habían construido los turcos y del que los lugareños estaban muy orgullosos, porque todos los que me hablaban de Barutana me decían que el aquitecto, que era un cristiano enrolado en el ejército turco, lo hizo con forma de cruz (griega). Al que no le dio mucho tiempo de estar orgulloso de su obra fue al arquitecto en cuestión, porque, en cuanto el turco encargado de las obras se dio cuenta del trazado del molino, pensó que él también podía trazar un diseño original con su cimitarra y le cortó la cabeza.

Ruinas de Tvrdava Barutana. Os aseguro que aún se puede apreciar la forma de cruz griega
Además, en el camino ascedente hasta Kukunovac, desde donde se volvía a bajar hacia Kolaṡin, me encontré con una pareja que estaba reposando al lado de una pequeña choza redonda. Al principio no me di cuenta muy bien de lo que era, pero luego me percaté de que eran carboneros y la choza era el lugar donde frabicaban el carbón.
Después de hacer dos noches en mi maravilloso alojamiento (y con ganas de quedarme algún día más en aquella mansión), al día siguiente la novia de Djuro (este no podía, porque era domingo y estaba un poco resacoso) me acercó en coche a la estación de tren (que, como se puede apreciar en la foto, estaba un poco alejada del pueblo y además cuesta arriba) para coger el tren de las 10,30 con destino a Virpazar, en el lago Skadar.
El tren en Montenegro es muy barato (tres euros me costó el billete para algo más de 100 km) y te brinda unas vistas espectaculares, porque empieza a una altura considerable hasta llegar al nivel del mar... cuando se puede ver algo, porque la mayor parte del recorrido lo hace entre túneles. Pero, aun así, merece la pena.

Carbonera en el camino de Kolaṡin a Kukunovac



domingo, 30 de julio de 2017

Ẑabljak (parque nacional de Durmitor)

Desde Kotor cogí el autobús de las 11,30 directo hasta Ẑabljak (14 euros), que tarda unas cuatro horas. En realidad no es un autobús, sino una furgoneta, pero cada uno con su asiento y con aire acondicionado... según le venía bien al conductor, que era el que lo subía o lo bajaba según le daba.
Llegamos a Ẑabljak puntuales y lo primero que hice fue ir a comer a un restaurante que hay al lado de la estación de autobuses en el que se come muy bien y, como en todo Montenegro, por buen precio. El alojamiento ya lo tenía reservado de antes y después me fui a echar la siesta. Pasé el resto del día informándome sobre el parque y las excursiones que se pueden hacer.
Hice tres noches en Ẑabljak, así que me decidí por dos trekkings que me recomendaron en la oficina de turismo. La ruta de los lagos hasta el lago Jablan (Jablan jezero) y la cueva de hielo (Ledena pecina).
El primer día hice la ruta de los lagos. Para entrar en el parque nacional hay que pagar una entrada de tres euros. No hay descuento para dos días, pero, por lo que me dijo una pareja checa, para tres días cuesta seis euros. No sé si hay descuentos para más días.
Lo primero que tengo que hacer es quitarme el sombrero ante los responsables de la señailzación de las rutas. Realmente es una pasada, es casi imposible perderse. Las rutas (por lo menos las dos que yo hice, pero, por lo que em comentó más gente, vale para todas las del parque) están extraordinariamente marcadas. Da gusto. En cuaquier caso, nunca está de más, por si eres un poco torpe (y yo lo soy), llevar un mapa que puedas consultar offline por si acaso. Ya sabéis que yo tengo debilidad por maps.me, pero seguro que hay otros.
Una cosa buena que tiene Durmitor es que es para todos los públicos. Hay un paseo alrededor del lago Negro al que van familias con niños, gente que no está en forma, pero a la que le gusta disfrutar de la naturaleza, etc. Puedes bordear el lago y en total haces unos 5 km planos. Y luego hay rutas asequibles, chungas (medium-hard, las llaman) y chunguísimas (very hard). Las dos que yo hice eran medium-hard, aunque sospecho que la primera era medium y la segunda hard, pero me complace comprobar que aún estoy para hacer alguna ruta de estas (aunque el segundo día llegué bastante cansado).
La ruta de los lagos (hasta el lago Jablan), empieza en el lago Negro y va subiendo por entre bosques de abetos hasta el lago Zmijinje. Hasta ahí la ruta, aunque de subida, es bastante asequible, pero se pone algo mñas difícil para llegar al lago Jablan. Eso sí, el camino es presioso. Francamente, Durmitor es unos de los paisajes naturales más bonitos que recuerdo. El final del camino hasta el lago lo hice con una pareja checa que me comentó que ahbían subido al punto más alto del parque el día anterior, pero que les había parecido realmente duro, razón de más para reafirmarme en mi proyectada excursión a la cuenca de hielo (sin saber que también iba a ser bastante más duro que el camino de los lagos).


El lago Zmijinje
A la vuelta me junté con un grupo de españoles que estaban haciendo Albania-Montenegro. Como yo suelo tener suerte en los viajes, resulta que el guí que llevaban era albanés y hablaba perfectamente castellano, y me recomendó unos cuantos lugares que no debo perderme cuando llegue a su país y a quien, por supuesto, piensoi hacer caso.
Bajé un rato con ellos y fue una pena que estuvieran durmiendo en Kolasin y no en Zabljiak, porque me habría gustado tomarme unas cerveazs con ellos, pero bueno. 
Al día siguiente hice la ruta de la cueva de hielo. Yo pensaba que iba a ser un poco como la de los lagos, que, sin estar saturada, sí que te ibas encontrando gente por el camino. Pero en esta, después de la primera media hora, me encontré solo durante un buen rato (como una hora), así que, cuando vi que venía una pareja por detrás de mí, les pregunté si iban a la cueva y, al decirme que sí, me sentí más tranquilo. Me dijeron que no me preocupara, que si me pasaba algo ya cuidarían de mí. Es bueno saber que hay alguien cerca por si te pasa algo ( te puedes torcer un tobillo, desmayarte, etc.). Luego me junté con unos bosnios que iban un poco más rápido y con ellos llegué hasta la cueva. Tengo que decir que el último tramo, rocoso, era bastante duro. Los últimos pensamientos de los que tengo constancia antes de lleegar es "¿Dónde está la p. cueva?" y "¿Qué c. hago yo viniendo aquí?". 

Vista desde la cueva de hielo. Al fondo Zabljak. Parece que no, pero está lejos, lejos.
Empecé a bajar después de una pareja que parecía que iban bastante lentos, pero, no sé cómo ni por qué, acabé bajando por otro camino diferente al que había subido (cuando no era esa mi intención) y completamente solo otra vez. Únicamente me encontré a un niño pastor a mitad de camino con sus ovejas.
Con muchas más ganas que el día anterior llegué a Zabljak cansado, pero contento de haber hecho la ruta sin mayores complicaciones.
Al día sguiente me enteré de que ese mismo día, no sé si en la ruta de la cueva o en la del pico más alto que habían hecho los checos dos días antes, se murió una senderista checa, aparentemente experimentada, porque se salió del camino y se despeñó. Por lo tanto, mucho cuidado que no es broma.
Esa noche me fui a tomar una cerveza y es cuando vi la semifinal de waterpolo (ya me imaginaba una fiesta por todo lo alto, pero no pudo ser), y me fui a dormir pronto porque a la mañana siguiente tenía que coger el autobús de las 10 para Kolasin (con trasbordo incluido en Tara Bridge, es decir, en un cruce de caminos).

Montenegro: visado, moneda y otras curiosidades

En cuanto al visado, no es solo que no haga falta, sino que ni siquiera hace falta el pasaporte si vas a estar menos de 30 días. Para estancias de hasta 90 días sí que se necesita pasaporte. En cualquier caso, siempre recomiendo visitar la página del Ministerio de Asuntos Exteriores por si cambian las cosas, aunque en el caso de Montenegro no creo que lo hagan en el corto plazo, porque, además, es un firme candidato para entrar en la Unión Europea.
Y respecto a la moneda, pues para qué queremos más. Aunque no forman parte de la Unión Europea ni de la Zona Euro, el marco alemán era la moneda de facto desde 1996, por lo que el paso lógico siguiente fue adoptar el euro como moneda oficial en 2002, con lo que nos ahorramos las comisiones del cambio de moneda y podemos calcular perfectamente cuánto valen las cosas. Y sí, hay países que utilizan el euro que son más baratos. Por poner un ejemplo, hoy me he tomado un café turco en la estación por 0,50 euros, y ayer comí un gulash de cordero, una ensalada de col y tomate y medio litro de cerveza por 5,30. Igual que en Tafalla (poned aquí la ciudad de España que queráis), vamos.
En cuanto al idioma oficial, es el montengrino, una variante del serbocroata. Una cosa que choca cuando entras en Montenegro es que ves textos escritos con alfabeto latino y textos con cirílico, aunque el primero es mayoritario. Mi teoría, que es solo eso, una teoría, es que el cirílico lo utliza parte de la minoría serbia que vive aquí, que es bastante importante.

Estación de tren de Kolaṡin con el nombre en alfabeto latino y cirílico

Parece que el nombre Montenegro, Crnaa Gora en montenegrino, que significa precisamente eso, monte negro, viene de la traducción veneciana del nombre, cosa que a nosotros nos viene de maravilla, pues se dice igual.
La religón mayoritaria es la ortodoxa, aunque también hay musulmanes y unos pocos católicos.
La mayoría de la población es de etnia montenegrina, con un gran porcentaje de serbios (de hecho, son muy parecidos) y con minorías importantes albanesas y bosnias. Como hasta 2006 estuvieron unidos a Serbia, las relaciones y afinidades con este país son muy fuertes. De hecho, me tocó ver en un bar la semifinal del mundial de waterpolo entre Croacia y Serbia, y absolutamente todo el mundo iba con Serbia. Fue una pena que, después de ir ganando durante casi todo el partido, al final perdieran los serbios 11-12 y me quedara con las ganas de ver la celebración de una victoria contra los croatas. Otra vez será.
Según la Constitución de Montenegro de 2007, el país tiene dos capitales oficiales: Pogdorica, que es la más conocida, y que durante la época yugoslava se llamaba Titogrado, y Cetiña, que es la capital histórica y donde reside el presidente de la república.