viernes, 30 de septiembre de 2016

Lijiang y Dali

Después de unas 9 horas de tren, otra vez en una maravillosa litera, llegué a Lijiang, el problema es que llegué tan pronto que no había nada, y además la estación está a unos cuantos kilómetros del pueblo. Pero como esto es China, hay en la estación un restaurante que, aunque no daba todavía comidas, lo estaban abriendo y allí nos refugiamos todos los que no nos había venido a buscar nadie a conectarnos a la wifi sin que nadie nos dijera nada.

Al poco amaneció y cogí el autobús que sale justo desde delante de la estación y te deja en el centro del pueblo, que cuesta solo un yuan (alrecedor de 0,15 euros). Es mejor llevar suelto, porque no hay nadie que te cobre, sino que se echa el yuan en una especie de urna que hay al lado del conductor, por lo que tampoco hay posibilidad de que te den cambio.

Tuve la suerte, y lo que recominedo para el que vaya a Lijiang, de llegar a esa hora. Además, mi hostel estaba justo al otro lado de la ciudad antigua y la tuve que atravesar entera (tampoco es tan grande), por lo que pude ver la ciudad prácticamente vacía, de par de mañana y con la fresca. Una auténtica maravilla. Hay que decir que Lijinag es patrimonio de la Unesco, y también es un destino turístico para los chinos, lo que quiere decir que es un destino turístico para muchísima gente, y a lo largo del día, la ciudad se va llenando. Y como te cobran por entrar en la ciudad hasta la tarde, cuando más llena está es por la noche. Por eso, lo mejor es ir cuanto antes, e incluso si llegas muy pronto, como yo, no te cobran entrada (que son unos 8 euros), eso sí, si sales de la ciudad antigua, para volver a entrar tienes que pagar o, como yo, que salí sin darme cuenta, dar con un buen tipo y convencerle de que has estado antes y has salido sin querer.

Una cosa que me resultó curiosa en Lijinag, aunque me ha pasado más veces en Asia, es que la gente se quería hacer fotos conmigo. Pero es que estaba tomándome una cerveza en un bar al lado de la ventana (abierta, eso sí) y la gente me pedía hacerse fotos conmigo desde fuera. Una chica incluso se hizo un selfie poniendo morritos, en serio. Me sentí todo un gigoló.


Lijiang por la mañana, con muy poca gente todavía. Por la tarde las calles están competamente colapsadas

Otro sitio muy interesante de Lijiang es el estanque del dragón negro. Es un parque muy agradable para pasear y tomarte algún zumo. También cobran entrada (otros 8 euros), pero yo, sin darme cuenta (por lo menos al principio), entré por una de las salidas, por lo que, evidentemente nadie me cobró. No digo que hagáis eso, simplemente es lo que me pasó a mí involuntariamente (aunque no desfize el entuerto).


Estanque del dragón negro
 
De Lijiang fui a Dali de nuevo en tren, pero esta vez el trayecto era de menos de dos horas.Casi lo pierdo, porque, aunque sabía que la estación estaba lejos, tenía que coger dos autobuses y el primero no tenía muy claro cuál era, y, si no llega a ser por una pareja de chinos que también iban a la estación y a los que me junté para enterarme bien de los autobuses que tenía que coger, y que por cierto me pagaron el autobús porque no tenía suelto (aunque el conductor ya me había dejado colarme), no hubiera llegado. De hecho, los chinos no daban un yuan porque lo hiciera, pero la verdad es que lo logré, y aún me sobraron cinco minutos.

Dali también es una ciudad antigua muy bonita, pero es menos espectacular que Lijiang, por lo que recomiendo hacer el trayecto al revés y visitar primero Dali y luego Lijiang. La estación de tren también está a unos cuantos kilómetros de la ciudad antigua, pero hay un autobús, el número 8, que sale de la misma estación y te lleva a la parte vieja por dos yuanes. En el mismo autobús conocí a una pareja de australianos que ya habían estado más veces en Dali y con los que estuve esos días, e incluso me invitaron a su casa cuando fuera a Australia.

A unos kilómetros de Dali hay un lago muy bonito también y un buen lugar para descansar. De hecho, yo me alojé en un excelente hotel a unos tres kilómetros de la ciudad vieja y a un kilómetro del lago, en un pueblo muy tranquilo, pero desde el que se podía llegar a todos lados andando. El hotel es el Rose Garden y es la mejor habitación que he tenido hasta ahora. Además, el último día, el dueño del hotel, que es una persona encantadora y habla muy bien inglés, me acercó con su coche a la parada del autobús para evitarme el paseo con el macuto o el taxi.

Y de allí, una vez más, a la estación de tren, donde iba a coger el tren para Kunming para a continuación coger un autobús cuyo billete ya había sacado en mi anterior estancia en la ciudad, para cruzar la frontera con Laos y llegar a Luang Prabang.


Campos de cultivo en el paseo entre el Rose Garden y la ciudad vieja de Dali




1 comentario:

  1. como todos tus viajes, este muy interesante y muy bonito llegar a China,Con tanto Buda te veo muy bien acompañado. Quete siga bien y cuidado con los morritos d las lugareñas. Un abrazo MARISA

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