miércoles, 3 de agosto de 2016

En la Unión Europea

Después de mucho meditar y algo preparar, por fin me he puesto en marcha. Salí de Tafalla con harto dolor de mi corazón, pero regocijo para mis bolsillos, el 6 de julio, día del chupinazo en Pamplona. La primera parada de este viaje, que no sé cuánto va a durar ni a dónde me va a llevar, fue Barcelona, adonde fui a visitar a una amiga y ya, de paso, coger un avión a Budapest.

Antes de coger el vuelo para Budapest aún me dio tiempo a dar un rodeo por un pequeño pueblo de Lleida, Tremp, que, aunque no es espectacular, tiene unos alrededores que sí lo son y bien valen una visita. De hecho, fue un fin de semana intenso, con visitas a parajes como la Vall Fosca, cerca de la una de las entradas a Aigüestortes. Allí, como aclimatación al posible baño en un río o lago siberiano, nada descartable, me metí un chapuzón en un río pirenaico y, aunque ya estábamos en julio, el agua estaba algo más que fría. Vamos, que en ese momento agradecí la capa de grasa que tengo acumulada.


Por la noche disfrutamos de unos chuletones navarros regados con unos buenos vinos de la denominación de origen Costers del Segre leridanos, en un acto de hermananmiento navarro-catalán. El domingo continuamos la ruta turística por la región del Pallars, donde paramos a hacer el vermú en un pueblo chiquito pero precioso llamado Paramea, y yo continué con mi particular hermanamiento encajándome unos escargots a la llauna que estaban buenísimos en Claverol, que tiene unas vistas muy bonitas de la zona, ya que se encuentra sobre una colina.

Desde Barcelona volé a Budapest, con Ryanair y sin sobresaltos, palabras que no siempre van en la misma frase, aunque hay que reconocer que Ryanair ha mejorado mucho.

Esta primera parte la he hecho acompañado, lo que siempre es más agradable, sobre todo cuando la compañía es "molt grata", como era el caso.

Budapest es una ciudad preciosa, y el Danubio es un río espectacular, sobre todo para nosotros los peninsulares, que llamamos grandes ríos al Ebro y al Tajo. Puede que lo sean, pero en cuanto sales al extranjero te das cuenta de que están en otra división.

La ciudad en realidad es la unión de dos, la parte alta, Buda, más tranquila, y la parte baja, Pest, mucho más bulliciosa. Las dos están muy bien, aunque lo normal es dormir en Pest e ir a Buda a darte unos baños en los baños Gellert, los del anuncio de Danone de hace unos (bastantes) años.

Pest vista desde Buda, con el Parlamento al fondo
Hay que tener en cuenta que la parte turística de Buda, donde también está el castillo (palacio), es muy pequeña y se puede ver en poco tiempo. Se puede acceder desde Pest en metro o en autobús, o incluso a pie cruzando alguno de los puentes que atraviesan el Danubio.

Nosotros, desaforunadamente, pillamos un fin de semana muy lluvioso, pero es una ciudad muy recomendable para viajar desde España, porque hay vuelos baratos, no se necesita pasaporte y se puede ir para un fin de semana o unos pocos días.

2 comentarios:

  1. Precioso Budapest! Yo estuve hace muchos años y aun se veis la Europa comunista!
    Muy bueno lo de la grada para el frio��

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    1. Después de mes y medio por ahí ya me queda menos grasa, pero aún resistiría bastante :-)
      Un beso

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